sábado, 24 de marzo de 2012

Quiero aprovechar este espacio para compartir la experiencia que me fue permitida vivir el día de ayer: Tuve la gracia de estar en el Aeropuerto de León para dar la bienvenida al Papa Benedicto XVI.El estar esperando a que llegara el avión, tuve tiempo de reflexionar un poco acerca de mi fe, de mi religión. Soy católica en un principio, por que así fui educada. Recibí en casa la base de mi fe.
Con el paso del tiempo, las dudas no fueron la excepción; creo que es normal que cuando uno está en la prepa, se cuestione muchas cosas de su vida, desde el modo en el que está siendo educado por sus padres, estilo de vida y por supuesto la religión.
Yo decidí estudiar y entender mi creencia religiosa no por herencia familiar; sino por verdadera y sólida convicción. Y eso hice. En mi afán de despejar dudas, de aclarar misterios de fe decidí estudiar, leer, preguntar, pero sobre todo, participar, vivir mi fe.
De pequeña en casa me enseñaron que para hablar con Dios está el rezo del Rosario, el librito de 15 minutos de oración, catecismos, libritos de oraciones. Que solo así me escucharía. Conforme crecí y asistía al catecismo, y me adentraba a algunos movimientos católicos me di cuenta de que podía hablar con Dios de la misma manera en la que hablo con la gente. Así de simple. No hay fórmulas especiales como en las matemáticas, no hay protocolos, no hay un abc. Simplemente las ganas y la necesidad de comunicarme con El y la seguridad de saber que me escucha de manera atenta.
Y estando bajo un tremendo solazo y rodeada de cientos de personas, llegué a la conclusión de que me da orgullo decir que soy católica, y lo soy hoy en día por decisión propia. Conozco mi religión y conozco mi fe y siento que cada día es más sólida. Y espero estar dando a mis hijos las respuestas correctas en sus momentos de duda, confío en darles los elementos necesarios, para que en su momento ellos puedan asumir su fe y su religión de manera personal y con amor.
Qué me hace desear eso? El oir a un hombre que ha pasado su vida estudiando, razonando la fe. las Escrituras y hablar con tanta serenidad y dulzura del amor, de la espranza, de la paz, de la oración. Oir a un hombre que humanamente es frágil, pequeño, anciano; pero espiritualmente fuerte, sólido, grande, joven, vigoroso; me da testimonio de que vivir y sentir a Dios da esos dones. Y yo quiero vivirlos y quiero que mis hijos los vivan.
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