viernes, 19 de octubre de 2012

Entre el MET y el Times Square...

Cada que viajo, que recorro una ciudad no deja de maravillarme la diversidad y el colorido de su gente, de sus calles, de la vida cotidiana. No dejo de maravillarme de lo que nosotros como humanos hemos creado al paso del tiempo.
Hoy estuve en sitios en donde me emocioné al darme cuenta de la cantidad de arte que el hombre ha creado a lo largo de los siglos. Desde el antiguo Egipto hasta la modernidad de Times Square.
Recorrí salas y salas en museos que mostraban las maravillas creadas por mentes y manos humanas. Una piedra grabada, una piedra esculpida, un metal forjado, cerámica, madera, vidrio, telas. Manipulados en formas caprichosas de acuerdo a la cultura, a las creencias, a la religión, al tiempo...
Vi trabajos increíbles en metales preciosos combinados con piedras preciosas que asemejan a pequeñas esculturas en artículos de joyería. Encontré pequeños catecismos hechos de madera con las escenas más representantivas de la vida de Jesús, diminutas figuras perfectamente talladas y pintadas, presentadas  en bases de madera o de metal...
Vi porcelanas exquisitas representando la vida cotidiana del siglo XVIII y XIX. Encontré no sólo los muebles originales de casas, hoteles, sino hasta la casa misma!!!
Quedé sorprendida de la cantidad de arte que el ser humano a realizado a lo largo del tiempo, de sus historia, pero más aún, me quedo boquiabierta de ver la cantidad de arte encontrado en un solo lugar...
Pude ver parte de la historia del hombre en un edificio, por espacio de unas horas.
Estar en un museo como el MET de NY, es una experiencia inolvidable, encontrar por inicio un edificio imponente con esa escalinata que eleva un edificio que si bien no es de la majestad de otros, impone con sus lineas limpias y sus columnas firmes y perfectas. Entrar en el lobby atestado de gente que va y viene, de las filas de los boletos, del guardarropa, de la fila del baño, del comedor....
Filas interminables de gente que habla distintos idiomas, pero que están ahí por el mismo motivo: ver esa colección de maravillas denominada ARTE.
Si, me emocioné tanto por la colección de armaduras, espadas, sables, yelmos, escudos; como por las pinturas de Velázquez, Van Dyck, Manet, Degas, Reubens, Caravaggio, Pizarro, Murillo; y por las siempre perfectas esculturas griegas y romanas, que aunque les falte alguna pieza, no dejan de maravillarnos por la perfección en los pliegues de la túnica, del rostro, de las manos, de los pies, en esos detalles de las expresiones; por los sarcófagos y jeroglíficos, por esas religiosidad que derivó en una de las culturas más estudiada. Me emocioné al ver los trabajos de joyería, de cerámica, por los tapices, los muebles, por el tallado de la madera en sillas, reclinatorios, puertas, adornos...
Estar en un museo es ver la capacidad del ser humano, la sensibilidad, esa inclinación por lo bello, lo estético, por lo perfecto!!
Y de ahí ir a un lugar completamente diferente: Times Square. Un lugar lleno de luces, de color, de tecnología. Un espacio moderno que convive plácidamente con edificios viejos, de piedra, que tiene por vecinos rascacielos,  que se rodea de una calle llena de teatros, carros de comida, artistas callejeros: desde estatuas de la libertad representadas con el más mínimo detalles hasta un naked cowboy con su guitarra sombrero, botas y gafas oscuras...
Ver en ese espacio, una cantidad de personas que se maravilla de ver ese espectáculo, escuchar idiomas distintos; observar vestimentas diferentes; ver como un espacio inerte se llena de vida, de movimiento. Deja de ser un espacio vacío, simple y plano y se torna un lugar de reunión; donde la tecnología de la mano de la arquitectura, del arte, se funden en uno solo para dejar atónito al más escéptico.
Por raro que parezca, esa diferencia, ese abismo  que para muchos puede separar un museo de arte y una confluencia de calles es lo que me llamó la atención. Nuestro tiempo da otra cultura y por lo tanto nos presenta otro tipo de arte. Son diferentes en su técnica, pero siguen expresando, siguen asombrando, tienen color, movimiento, intención... Ambos lugares convocan miles de personas.  Por distintos que sean, son mecanismos de la expresión humana... tan distintos y tan iguales...