jueves, 29 de agosto de 2013

Vivir en rectitud

Durante toda su vida, mi padre se preocupó por que yo entendiera lo que es ser una persona recta. Vivir en rectitud.
Incluso cuando supo de su enfermedad, con tranquilidad me dijo que no le asustaba, ya que durante su vida había procurado en todo momento ser buena persona, que llevó su vida con rectitud y esa sería su carta de presentación y recomendación...
Muchos dirán "yo soy bueno, no mato, no robo, no tranzo, no hago cosas ilegales, por lo tanto soy buena persona..." Pues en parte está en lo correcto. Aún le falta mucho para entender y ser una buena persona.
Llevar una vida en rectitud es más que no matar o hacer cosas realmente "malévolas" o "perversas". Ser una persona recta es simplemente tomar en cada momento de la vida las decisiones correctas.
Decisiones pequeñas como tirar la basura en la calle o esperar a encontrar un bote de basura. Meterte en sentido contrario "solo media cuadra" o tomar el camino correcto aunque implique rodear unas calles.
Mi padre me decía que observara siempre el comportamiento de las personas con detenimiento y encontrara que hay una diferencia notable cuando están confiados en que nadie los ve o se pierden en el anonimato de la multitud.
"Es en esos momentos cuando mejor debemos comportarnos hija, tu crees que nadie te ve, pero quien siempre te observa, es quien al final de cuentas tendrás que enfrentar al término de tu vida"
Tardé tiempo en entender mucho de lo que me dijo en su enfermedad. Pero entiendo perfectamente su serenidad y la aceptación plena de su fin. No tenía miedo, ni cuentas pendientes. Se encargó en vida se llevar todo en perfecto orden, como buen contador que era.
Y es cierto, esas pequeñas decisiones que tomamos durante el día son las que nos definen en lo que seremos a lo largo de nuestra vida. Nuestras vanas justificaciones por esas malas acciones u omisiones no nos servirán de nada al final... lo que hacemos y cómo lo hacemos es lo que cuenta.
Se hace fácil pasarse una luz roja, meterse en la fila, estar desesperando al de adelante con el claxon, no ceder paso al peatón, no respetar al ciclista; se nos hace fácil romper reglas a lo largo del día; tirar basura desde el auto en movimiento, maltratar animales callejeros, a los niños de la calle...
Es tan sencillo dejar las "gracias" de nuestra mascota en la banqueta o en el parque, o peor aún, dejar que deje su recuerdo en el jardín de los vecinos... Se nos hace simple aventar el auto en lugar de pedir permiso para pasar. Es tan divertido manejar a exceso de velocidad,  estacionarme en lugares prohibidos, al fin que tengo para pagar las multas.
Ya no nos causa cargo de conciencia el descalificar a los demás con facilidad. Ya nuestras descripciones del otro se vuelven una lista de adjetivos descalificativos; y no importa si es conocido, amigo, o enemigo. La diferencia es que al terminar de adjetivar a los cuates terminamos con "pero es bien buena gente".
Nos encanta ponernos a juzgar a los demás en lo intelectual y en lo económico. Nos tomamos el derecho de decidir quién es inteligente, quién sabio, quién ahí la lleva, y quién de plano ni yendo a bailar a chalma.
Si alguien coincide con mi filosofía es a todo dar, si no, aguas; el respeto por el otro depende de que tantas coincidencias tenga con mi manera de pensar.
Nos fijamos más en la conducta del otro, para poder criticarle, juzgarle, condenarle y si es posible, hacerle saber de modos poco educados que no es bien visto, que está mal, que no es suficiente para uno. Nunca nos miramos en el espejo y nos analizamos de si lo que somos y hacemos es suficiente para los demás...
Qué nos cuesta hacer un favor a un desconocido? Como los scouts: hacer la buena obra del día... o de la mañana, de la tarde y de la noche. Qué nos cuesta no opinar de alguien si no tenemos algo amable qué decir? Qué nos cuesta esperar a que la luz del semáforo está en verde? Qué nos cuesta respetar nuestro turno en la fila? Qué nos cuesta estacionarnos más lejos en lugar de en los destinados a los discapacitados?
Qué nos cuesta aceptar una multa en vez de "sobornar" al poli? Qué nos cuesta guardar silencio en lugar de insultar al que se me cerró en la calle?
Cuántos de nosotros reconocemos cuales han sido nuestros peores errores cometidos hacia otros y cuántos hemos tratado o enmendado esas faltas?
Como mi padre recitaba: entre más baños de pureza y perfección te des, más salen a la luz tus defectos y errores y lo peor del caso, te olvidas de tus virtudes y no las desarrollas.
Y qué hacemos cuando nos cachan en la movida? Justificarnos.
Se nos va el día y la vida en justificar lo injustificable. Mis decisiones no son culpa de nadie más que de mi misma. Si el perro, el gato, el clima, la calor se me atraviesan, no son la causa de mis decisiones... terminan siendo mi pretexto para seguir haciendo lo incorrecto.
No robo, no mato, no me drogo, no trafico... no hago cosas ilegales...
Pero hago cosas éticamente reprochables... ahh pero esas no cuentan, todos hacen lo mismo.
Me encantaba oír lo que los demás decían de mi padre: un hombre de carácter fuerte, pero siempre amable, sonriente, servicial, cariñoso, caritativo, escuchaba por igual a jóvenes y adultos, aconsejaba con el corazón en la mano; no dudaba en señalar lo incorrecto, lo injusto.
"Haz lo correcto, me decía, porque el día de mañana tendrás hijos que estarán observando detalladamente cada paso, cada palabra, cada gesto tuyo... y lo imitarán. Sería una pena que en su madurez caigas en cuenta que en su enseñanza haya vacíos fundamentales que eran responsabilidad tuya"
Vivir en rectitud es hacer y decir lo correcto. Lo que predicas en casa con los tuyos ponlo en práctica fuera, en el trabajo, en la escuela, donde estés. Así es como llevar tu libro de la vida sin saldos ni cuentas pendientes y cuando te llegue la auditoria, están tranquilo de que todo está en orden.
Y repetir las palabras de mi padre " He sido buen hijo, hermano, esposo, padre, amigo, hombre. Me dediqué a hacerlos felices, a que fueran felices, mi trabajo ha terminado..."