jueves, 29 de diciembre de 2016

Para mi fin de año

Ya se termina otro año. Este en particular fue difícil para mí en lo anímico, en lo personal, en lo familiar, en lo laboral. Cierto que todo inició desde finales del año pasado. Un remolino de dimes y diretes, amagos y situaciones que no favorecieron en lo absoluto ya ya frágil y muy deteriorada situación familiar.
Me reclamaron, me amagaron, me intentaron adoctrinar de que era "mi obligación" de que siendo como ellos quieren sería entonces una buena persona, hermana, hija, esposa, madre y de más...
Dejen decirles, que las cosas no son como creen ni serán como esperan: no hay cuentos de hadas y no hay malos ni buenos en esta historia. Sólo malas decisiones, malos momentos, pésimos consejos y sobre todo, esa ridícula necesidad de poner a competir a los familiares entre sí, de buscar la aceptación del otro en base a caprichos.
Me costó años entender de que quien te quiere, lo hace simplemente porque le haces sentir bien, porque le nace quererte. Quien te exige, quien te pone condiciones, quien te compara con el otro, quien decide qué lugar tienes en su vida en base a qué tanto te humillas, qué tanto dejas que los demás te utilicen, te agredan, qué tanto dejas que te manipule y controle tu vida, tus actos, tus decisiones, no te quiere....
Ese tipo de acciones, sólo me han demostrado una y otra vez un tremendo egoísmo y una incapacidad de darte al otro, de construir en base a la confianza, en descubrir del otro cosas que te ayuden a crecer, a tener ora mirada del mundo, que te ayuden  a pensarte como alguien importante y valioso; no como algo que se utiliza par el beneficio de dos o tres, y cuidadito de renegar o pedir un "gracias".
Quizá no soy la hija, la hermana, la tía, a esposa o la madre perfecta. Y honestamente nunca ha sido mi intención serlo. Eso me quedó claro hace muchos años, primero, porque siempre me dejaron muy claro de que nunca llegaría  a los estándares mínimos establecidos por aquellos que me comparaban todo el tiempo con mis hermanos, con su físico, su intelecto; porque ellos sí hacían lo que se les pedía, ellos sí eran los buenos, yo... yo era una pérdida de tiempo.
Con los años, me dí cuenta de que esa imperfección permanente me había ayudado a buscar más cosas, a no ser conformista, a cuestionar,a ser curiosa con la vida, a seguir maravillándome, a seguir descubriendo miradas, palabras, colores, aromas... Y por lo tanto, era la imperfecta por eso mismo: por cuestionar, por no quedarme con la primer o única explicación; por saber que tenía muchos derechos, y que iba a defenderlos... porque soy imperfecta.
Y ante la amenaza de "ya tendrás tus hijos y pagarás todas la que has hecho", me he dicho una y mil veces: no fui tan mala como me decían, pues mis hijos hasta hoy no me han hecho pagar ni sufrir lo que me predecían con esa seguridad que da ese autoritarismo disfrazado.
Y este año, mi cabeza y mi  corazón han estado desmenuzando cada escena de mi vida, desde mi infancia hasta el día que corre en la actualidad. No fue tarea fácil. Es cansado, agotador, deprimente, pero sobre todo, una tarea muy solitaria.
Entre eso y un ambiente laboral nada deseado, había días en los que no sabía si rendirme o aceptar esas palabras "eres una mala persona, nunca harás algo bueno" y renunciar a todo y dejarme caer.
Y algo pasaba... una llamada, un mensaje, una publicación que me recordaban que no soy perfecta, que nunca he querido ser perfecta, pero sobre todo que nunca me ha importado ser perfecta. Por Dios! si son esas imperfecciones las que me han ayudado a ser lo que soy;  a valorar todo lo que tengo, lo que hago; a agradecer por mi esposo, mis hijos, por cada amigos que llega por cada amigo que se va. Por cada triunfo, por cada fracaso.
Y entonces vienen a decirme de que soy la responsable de no se que tantas cosas y personas, que debo estar ahí aunque me traten mal, pésimo o como puedan. Que lo que soy y lo que tengo debo de ponerlo a sus órdenes, porque para eso me lo dio Dios: para ayudar a mi gente, porque es mi obligación.
Y me vienen a querer dar lecciones de vida y de bondad. Encasillándome en el papel de malvada, de inconsciente, de mal ejemplo y casi de deshonor....
Y se preguntan todavía por qué soy rebelde....
Aviso: no es rebeldía; es sensatez, congruencia, amor propio, dignidad.
Y poco a poco, mi pecho dejó de sentirse oprimido, mi cabeza se sentía más liviana, mi risa más ruidosa y mi mirada más brillante.
De repente, me sentí ligera, tranquila, renovada. Había tirado el lastre que cargaba por años.
Mi padre me enseñó a amar sin medida, pero cuidando mi dignidad. Me enseñó a no odiar, pero seguir siendo cautelosa.  A confiar en el otro, pero no dejar que me utilicen. Pero sobre todo, me enseñó mi propia valía y una y otra vez resaltaba ese "modo poco convencional de vivir y de hacer las cosas, que ante todo pronóstico, me salían más que bien".
"Tu conciencia te guía", me decía, " si no te anda dando lata, si te deja hacer tu vida con tranquilidad, señal de que tu conciencia está bien" y sí. Hasta hoy en este sentido, no me dicho que estoy mal, ni que debo pedir disculpas, o reconsiderar nada. Por más que terceros de una u otra manera insistan en que debo hacer algo para mejorar mi actitud.
Y cada que llega mi cumpleaños, navidad, año nuevo o alguna fecha en especial y me preguntan qué haré, dónde lo pasaré, mi respuesta es simple: estando mis hijos, mi marido, la gente que quiero, la gente que me quiere tal cual soy,  lo de más, es lo de menos.
Cierto que no ha sido fácil, no tener quien me aconseje, quien me enseñara a ser madre, quien me acompañara en momentos claves de mi vida. Es cierto que aprendí a tomar decisiones y aprendí a afrontar las consecuencias de las mismas; me hice más fuerte, mas independiente, más segura de mí.
Hoy sé que eso lo ven mis hijos. Ven a una mujer, a una madre, rara, diferente, medio loca, que rompió esquemas, pero que cada paso que da, lo da con seguridad y convicción. Sé que ven a una madre que les enseñó a quererse sin competir entre ellos, que saben lo valiosos y geniales que son. Que el tiempo con ellos es un enorme tesoro que Dios me ha dado. Si soy tan mala, por qué me dió semejantes ángeles para cuidar?
Hoy sé que Migue me ve con orgullo. Que su confianza no ha sido defraudada en ningún sentido. Sabe lo que he pasado y en él me he refugiado miles de veces, es mi roca, es mi inspiración y ese  motor de ser mejor cada día.
Y a unas horas de cerrar el año, me he dado cuenta de que estoy rodeada de gente valiosa e importante en mi vida: Un marido y unos hijos fuera de serie, son lo mejor de mí.
Tengo unos primos fabulosos, unos sobrinos increíbles, amigos que son ya familia, hermanas con el apodo de amigas que han estado a mi lado en las buenas, en las malas y en las peores. Unos compañeros de trabajo que me han aceptado, aguantado y querido como no lo esperé... unos chamucos que son lindos y alegran las horas en la oficina.
No incie bien este 2016, fue difícil llevar los días y las semanas, pero al final, el saldo es a favor: a mi favor!
Y no estoy dispuesta a que me cuestionen, reclamen o intenten colgar medallitas ni obligaciones que se inventan por calmar a lo mejor su propia conciencia. No estoy dispuesta a competir por una palabra amable o un trato frío. No estoy dispuesta a dejar o mucho que hoy tengo, por lo que otros quieran darme de propina  exigiendo de mí mi dignidad  o la de Migue o la de mis hijos.
Ya se termina este año, y dejaré ir todo lo que me ha lastimado, pero que me ha reforzado y hecho crecer más, madurar y también aceptar. No le deseo mal a nadie, bendigo a todos y pido a Dios por que les de luz, sabiduría y mucho amor que les permita sanar y madurar.
Gracias 2016 por todo lo malo y gracias por permitirme aprender y seguir adelante con mayor seguridad en mí en cada uno de mis pasos; por dejar aquello que pesaba y era inútil en mi vida.Gracias por que en los momentos difíciles me permitiste aprender y ver lo bueno de las cosas.
Adiós 2016... Hola 2017, y tú nuevo año, pórtate bien!!!




1 comentario:

  1. Con lágrimas por percibir tu esencia que es parte de la mía y con sólo para decirte: Gracias por estar en mi vida y compartir tu valioso ser. Un fuerte abrazo ñañita

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