miércoles, 15 de noviembre de 2017

Regreso a casa...


En la búsqueda de mi identidad, en ocasiones mi mente llega a la casa de la abuela. Referente indiscutible de la familia. Esa casa que durante mi niñez representaba la familia, la unidad, todo lo que una persona de mi edad pudiera necesitar, lo encontraba ahí. Mis grandes amigos que siempre han sido mis primos hasta el día de hoy, quienes durante mi estancia me hacían agradecer cada día el tener a esa gran familia.
La figura de mi abuela, imponente, recta, recia. Una mujer que tuvo que sacar adelante a sus hijos, ser ejemplo de fortaleza, una mujer que vivió épocas duras, tristes, pero también que vió premiado sus esfuerzos al tener a sus hijos y nietos alrededor de ella.Que su palabra era ley, que su ejemplo era un desafío, que su cariño era inmenso para cada miembro de la familia; que lograba cada año el milagro de reunirnos a todos por más lejos que estuviéramos, pero sobre todo, que nos hizo orgullosos de saber que venimos de una gran casta y de una gran mujer.
La casa de la abuela, lugar de referencia para muchos momentos de mi niñez y adolescencia. Un lugar que a la vista de muchos puede ser igual que todos. Una casa más en una ciudad como cualquiera del país. Pero para mí, es el símbolo de mi familia, de mi memoria. Ese jardín en el que platicaba con mi papá por las tardes en lo que se fumaba su cigarrito. O las mañanas en la que ayudaba a la abuela a arreglar el jardín... o a cortar  granadas... o a corretear al perro, ante los reclamos de ella por el pobre animal que me tenía que soportar.
Esa ciudad, que de pequeña podía recorrer de lado a lado sin problema... ir al golfito con los primos caminando una mañana y regresar por la tarde todos sudados; devorando toda la comida que encontrábamos a nuestro paso. Ir el domingo a la presa simplemente a no hacer nada... a platicar y convivir con los primos. O caminar por la tercera en las noches de verano tomando un helado root beer. O ir al rancho y hacer enojar a mi madre por tener la audacia e inconsciencia de meternos como locos a nadar en el canal.... con el agua caliente gracias a las agradables temperaturas del desierto.
Pero mi identidad no se basa sólo en los recuerdos. Pero en cierto sentido, mi pertenencia inicia en esa casa. En ese jardín, en ese patio y que va más allá del apellido, de la sangre.
Quizá el que tratemos de conservar ese lugar nos permite sentir que seguimos honrando a la abuela, que valoramos cada momento todo lo que hizo por sus hijos estando sola. Es conservar esa memoria de ella, de su vida y de su entrega; de todo lo que hizo por tener a la familia no sólo reunida, sino unida, en las buenas y en las malas. Es el reconocer que venimos de un lugar en específico y que podemos regresar a cargar las pilas, a respirar con nostalgia nuestro pasado y rescatar con melancolía uno a uno los recuerdos que nos evoca regresar ahí.
Es quizá esa necesidad d tener un lugar visible que nos recuerde nuestro origen, más allá de la casa paterna. Un lugar que nos conecte de alguna manera con nuestro pasado, con nuestras raíces, con lo que forma de alguna manera nuestra escencia.
Y porqué no, tambien esta la casa paterna, esa casa de donde salí para formar mi propia familia. Eseluagr que uno llega a conocer de rincón a rincón. Esa casa que uno deja con tristeza, pero que sabe que estará ahí. Esa casa que continúa con la rutina, con los olores y colores. Con su jardín y patio lleno de flores y árboles, porque así mi madre lo decide.
Esa casa con el perro y gato en el patio y que sólo entran porque rebelándose a la regla materna, uno tiene esa necesidad de abrazarlos y meterlos.. y si no soy yo, es alguno de mis hijos. Esa casa con sus grandes muebles de madera, con su escalera recta y el gran librero en el descanso. Esa casa que también es centro de reunión, que en lo personal me cuesta visitar.  Esa casa en la que los recuerdos buenos y malos se agolpan de repente, en la que en cada esquina se esconde un recuerdo, en la que los aromas de mezclan con la ausencia, esa casa en la que las risas de repente dan lugar a las lágrimas, a la melancolía, a la añoranza, al querer de repente regresar el tiempo,  o detenerlo.
Pero al final, sea la casa que sea, no es el edificio lo que son mis raíces, es la gente que está o ha estado en ellos. Es la abuela con su bagaje, con sus enseñanzas, con sus lecciones, con sus regaños y por que no, con sus displicencias. Es esa mujer que nos enseñó a ser familia,  a sentirnos orgullosos de cada persona que la conforma;  a querer a cada miembro de ella mas allá de la sangre. Y a saber que podemos regresar allá y sentir el calor, el apoyo y el amor de cada uno.
No es la casa de mi padre, es lo que hizo por mí y en mi. Cada enseñanza, cada recuerdo, cada vivencia. Es el estar de nuevo tirada en el suelo hojeando sus libros, escuchando su música, cantando con él. 
Es hacer vida cada lección y transmitir a mis hijos lo que somos, de dónde somos. Transmitirles el orgullo de ser parte de una gran familia, de un bello linaje. 
Mi identidad es mi abuela, es mi padre. Son esos bastiones que aunque ya no estén en sus casa, siguen presentes en mi vida, en  mi acturar. Son los que me heredaron valores, moral, cultura. La pasión por vivir y el respeto por el otro. Son quienes me dan la fortaleza cada día, la alegría por la música y por las cosas pequeñas.Los que me enseñaron el valor de la familia y la importancia de tenerla unida.
Mi identidad es mi padre, mi roca, mi confidente. Quien me ayudó a descubrirme, a crecer, a ser independiente, a ser yo misma. El hombre que me dio las armas y el valor para ser diferente, original y sentirme plena por ello. El hombre que siempre me mostró calidez y confianza, aún cuando no coincidiéramos.
Mi identidad es más que una casa. Es mi sangre, mis raíces, mi educación... mi casta. Es lo que  me heredaron el día que nací y lo que he acumulado  con el paso del tiempo y que a su vez les estoy dejando a mis hijos. Es el orgullo de mi gente, de mi pertenencia.
Regresar a casa es más que hacer un largo viaje; regresar a casa es honrar cada momento de dónde vengo, es sentirme valiosa por lo que soy... regresar a casa es no olvidar a mi familia, a mi abuela, a mi padre... es no olvidarme, no perderme... hoy regreso a casa, como ayer, como mañana...



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